EL BELEN NAPOLITANO:

UN MODO EXOTICO Y BARROCO DE CONTEMPLAR LA NAVIDAD

La devoción popular hizo que desde muy antiguo la gente representase de manera teatral escenas típicas del evangelio, sobre todo de la Navidad. A partir del siglo X, la devoción por el belén se concreta en belenes vivientes, que son rápidamente ligadas a la liturgia. En estas micro representaciones se recreaba el portal de belén; o la adoración de los pastores; o la llegada de los Reyes Magos con la entrega de dones y regalos al niño Dios nacido (oro, incienso y mirra).

Prohibición del teatro navideño

Estas representaciones teatrales, aunque despertaban un enorme fervor en el pueblo, si no gustaban, con la sinceridad de la devota devoción, no faltaban insultos y abucheos por parte de los espectadores. Es por ello que en 1207 Inocencio III prohíbe las representaciones teatrales. En este momento entra en escena San Francisco de Asís, que pidió a Onorio III una dispensa para saltarse la prohibición, decide realizar en la Nochebuena de 1223, en Greccio, una representación recreando un establo con unas figuras: un niño de madera, una pareja que representaba María y José, la mula y el buey. Esa noche San Francisco celebró la Misa del Gallo allí, ante aquel belén viviente.

Cuenta la tradición que se produjo un milagro que marcaría la historia de los belenistas, pues los asistentes pudieron ver cómo aquel niño de madera que representaba al niño Jesús se convertía, durante breves instantes, en un niño de verdad, real, de carne y hueso.

A los inicios del Belén Napolitano

No podemos asegurar la veracidad de la historia de San Francisco, pero lo que si es indudable es que fue en Italia donde, gracias a los franciscanos y las clarisas, empezó a extenderse la costumbre por conventos y domicilios. En el siglo XV están muy difundidos las representaciones con figuras de madera y cabeza de barro, casi a tamaño natural. En el siglo XVI aparecen algunos cambios como son los maniquís articulados cuya invención se atribuye al artista napolitano Michele Perrone. Un cambio importante aparece y esto hay que tenerlo en cuenta en la historia de los belenes, cuando en 1534 san Cayetano de Thiene, montó en la Iglesia de Santa Maria della Stalletta un belén, pero esta vez los personajes estaban vestidos no como en la época de Jesús, sino de modo actual. Se perfeccionan las figuras con ojos de cristal, pelucas de pelo natural, cuerpo de madera, vestidos a medida y se reducen poco a poco las dimensiones hasta los 70 centímetros. A principios del siglo XVII las figuras del belén adquieren las características actuales. A las ya enumeradas se difunde el uso de diversos materiales como el cuerpo en estopa y articulado, la cabeza en barro así como las manos y los pies en madera. Entre el s. XVI y XVII se añaden otras escenas a las típicas evangélicas, como la taberna o los músicos, que harán del belén napolitano algo único.

Con Carlos III todavía en Nápoles, aparecen tres tipologías en el belén napolitano: el belén litúrgico, el más antiguo; el cortés, que aparece en la nobleza como divertimento; y el popular, con elementos más humildes pero que reflejaba la visión del mundo de la clase pobre.

El Belén en España

A pesar de que la tradición muestre a Carlos III como el introductor de los belenes en España, cosa que está lejos de la realidad pues ya había tradición de belenes tanto españoles como incluso napolitanos, no se puede negar que fomentó una tradición ya existente. Así en la Navidad de 1760 la corte española deslumbró con el montaje del belén napolitano que Carlos III había traído de Nápoles. La gran afición del rey y sobre todo de su esposa María Amalia de Sajonia de montar el belén napolitano, se traslado enseguida a la corte, a la aristocracia y el divertimento palaciego se extendió al pueblo. El belén se extendía por varias estancias de la corte real. Llegó a contar con más de 5600 piezas. El cortejo de los Reyes Magos estaba compuesto por más de 100. El futuro rey Carlos IV y el infante don Gabriel continuaron la tradición de Carlos III. Toda la familia real participaba cada año en la puesta en escena del Belén del Príncipe, llamado así por ser un regalo de Carlos III a su hijo Carlos IV, belén que se expone todavía hoy cada año en el Palacio Real.

Diferencias con el Belén hebreo

Puede parecer extraño que se hable de diferencias entre belenes, cómo si se tratase de cosas diferentes, pero en realidad para poder entender el belén napolitano se necesita una introducción, sin la cual arriesgamos de perdernos en el entramado y aglutinamiento de sus figuras y representaciones. Una de las primeras cosas que impresionan en un belén napolitano es ver la conglomeración de figuras y escenas, unas casi encima de las otras. Además de no comprender ciertas escenas que nos pueden parecer grotescas e incluso irreverentes. Al contrario, en el belén hebreo las figuras tienen su espacio, su ambiente está bien definido. Por otra parte, las figuras del belén hebreo están vestidas normalmente como en la época de Jesús. El belén napolitano ha conservado los vestidos del siglo XVII, cambio que como hemos mencionado se debe a san Cayetano de Thiene.

Estamos acostumbrados en España y sobre todo en nuestra región, que tanta tradición belenística tiene, a ver belenes con las escenas típicas que nos narran los evangelios, como son la natividad, el anuncio a los pastores y la adoración de los reyes magos. Estas escenas también se encuentran en el belén napolitano, pero con algunas divergencias. Una de las características del belén napolitano es que las escenas bíblicas son al mismo tiempo alegóricas. Veamos las escenas del belén napolitano y algunos personajes que lo componen.

Escenografía en un belén napolitano

Es importante la escenografía en un belén napolitano, porque marca la diferencia con el belén hebreo al que estamos acostumbrados, aunque las escenas bíblicas sean las mismas. Hasta la mitad del s. XVIII, las escenas son tres: natividad, el anuncio a los pastores y la taberna, esta es propia de este belén. De la segunda mitad de este siglo se añadirá el cortejo de los reyes magos.

Otro elemento a tener en cuenta son las dimensiones del belén. Ya que en palacio, ocupaba varias habitaciones. De esta manera no se escatimaba en recursos escenográficos Pero veamos cada escena por separado.

La natividad

Un elemento fundamental histórico que suscitará un cambio en la escenografía belenística son las excavaciones arqueológicas promovidas por Carlos III en Pompeya y Erculano. En efecto el descubrimiento de las antiguas ciudades acompañada de la corriente pictórica llamada “rovinismo”, que planteaba una reflexión sobre el paso del tiempo a la vista de las ruinas del pasado, ayudaron a cambiar la gruta tradicional por un templo romano en ruinas. De esta manera aparecía de forma simbólica el nacimiento de la nueva religión cristiana sobre la pagana en ruinas y decadente. Bajo las ruinas del templo hay una gruta, como lugar de ingreso al infierno y a la muerte. De hecho en la gruta aparece el personaje del demonio.

Otro elemento característico es la gloria de los ángeles. Un ejercito inmenso de ángeles que cantan el nacimiento del mesías. De los que hablaremos mas tarde cuando nos detengamos en los personajes.

El anuncio a los pastores

Es caracterizado por un espacio cerrado con una verja o un lugar donde el rebaño se puede resguardar y donde al mismo tiempo se puede hacer el requesón y el queso. La escena se coloca normalmente cerca de un torrente o una cascada.

La Taberna

Es una construcción típica con todo tipo de detalles, platos, vasos, horno, estanterías llenas de productos…Construido sobre dos alturas, en la parte superior se construye un balcón con ropa colgada y mujeres que hablan con los pasantes, además de un palomar. Cerca de la taberna de coloca el grupo de músicos y bailarinas de tarantela. Los comensales en el pesebre representan la pasión por el buen comer y beber, las mujeres y el juego.

El cortejo de los reyes magos

Junto a los reyes magos aparecían un enorme cortejo de orientales, compuesto de nobles, guerreros, esclavos, músicos árabes, animales de todas las razas etc. A esto hay que añadir los desfiles de gente de otras razas como por ejemplo negros, chinos. Escenas que estaban en la memoria de los napolitanos cuando venían las embajadas orientales. Además de la moda de las turquerías o cosas de turcos, nacida a principios del siglo y que recuerdan los cuentos de las mil y una noches, representados ya en la época en los teatros napolitanos.

Estas escenas que hemos descrito brevemente son las típicas en el belén napolitano. Pero a estas escenas debemos añadir los personajes que por otra parte son analogías que sin su conocimiento, no podríamos disfrutar plenamente de este tipo de belén.

Los personajes

Los ángeles

A la inmensa gloria de ángeles cabe destacar algunos en particular. El cortejo donde se lee “Gloria in excelsis Deo” es el llamado Gloria del Padre. El ángel con el incensario entre las manos es la “Gloria del Hijo” y finalmente aquel que lleva una trompa que simboliza el soplo divino de la tercera persona de la Trinidad es el llamado “Gloria del Espíritu Santo”.

A estos tres personajes se pueden añadir otros dos: uno que lleva platos metálicos y exprime el hosanna del rey y del papa; el otro con un tambor será el hosanna del pueblo.

El monje

El Munaciello, que en napolitano significa “monje”, es otro personaje interesante del belén. No es un monje común ya que representa la unión entre lo sagrado y lo profano y al mismo tiempo, es expresión de una figura burlona, portadora de alegría y buena fortuna. El monje se asocia con frecuencia a una figura demoníaca, pero al mismo tiempo benigna, protagonista de leyendas e historias napolitanas que siguen vivas hoy sobretodo entre los más supersticiosos.

Entre las leyendas populares se cuenta que una vez que el munaciello ha visitado la casa, regala los números para jugar a la lotería siempre que se guarde el secreto. Pero también suele hacer travesuras e incluso se dice que puede llevar a la gente a la locura y a la muerte.

Benino, el pastor que duerme

Benino es un pastorcito dormilón que se sitúa en el punto más alto, lejos de la Gruta de la Natividad. Normalmente aparece tumbado cerca de un árbol, que le da sombra, en un lecho de hierba, con la cabeza apoyada en una piedra y rodeado de ovejas blancas en actitud de pastar. Benino, es también conocido como Benito, pero este sobrenombre de Benito deriva probablemente de la época fascista, en referencia a Benito Mussolini. El nombre original es Benino, nombre que también aparece en la famosa Cantata de los Pastores. Benino es un personaje de gran importancia en el simbolismo del belén napolitano. En torno a Benino gira una leyenda poco conocida, donde el belén sería el sueño de este personaje dormido. Por eso es importante que nadie lo despierte, pues de lo contrario toda la magia desaparecería inmediatamente. Benino tiene una tarea fundamental y es la de anunciar un renacimiento, la revelación de Cristo a toda la humanidad.

Armencio, padre de Benino

Normalmente se pone en pareja con su hijo. representan varios contrarios como las estaciones cíclicas del año agrícola verano-invierno, día-noche, vida-muerte, mundo celestial-infierno, sino también el año moribundo y el año naciente respectivamente. Se le encuentra cerca de Benino, a veces sentado, en estado de meditación.

Doña Carmela

Donna Carmela en el belén napolitano es el símbolo de la abundancia terrenal y la prosperidad para quien la recibe.

Stefania

Se trata de una mujer con un niño en brazos situada cerca de la gruta. Stefania, es una prefiguración de la huida a Egipto.

La procidana

Es una figura particularmente pintoresca que representa las costumbres de los habitantes de las islas de Ischia y Procida. El traje de Procidana es en particular un verdadero ícono romántico. Sobre todo el abrigo que caracteriza el estilo procidano, la zimarra o camisa, abierta por delante, casi hasta los tobillos, con mangas estrechas y botones dorados.

Los gaiteros

Los gaiteros se encuentran siempre a ambos lados de la pareja divina. El gaitero es siempre un anciano, a diferencia del Ciaramellaio, también elemento fundamental del belén napolitano.

El término “zampognaro” significa “los que tocan la flauta de caña”, y sus orígenes se remontan a finales del siglo XVIII, con el nacimiento del villancico “Tu scendi dalle stelle”. Este villancico fue compuesto en diciembre de 1754 en Nola por el obispo San Alfonso María de Liguori. Este villancico no es más que la versión italiana del original, creado unos días antes, de la canción “Quanno Nascette Ninno”.

Estos son algunos de los personajes mas típicos del Belén napolitano. En esta próxima Navidad tendremos la suerte que la Cofradía expondrá el Belén napolitano de la Colección Ginés Asensio con algún guiño murciano.

Diego Sánchez Alcoléa