MARÍN GUEVARA

«CONCRETE»

MARÍN GUEVARA: UNA FENOMENOLOGÍA ESCULTÓRICA

Autor: José Miguel Marín Guevara

Título: Concrete

Comisario: Pedro A. Cruz Sánchez

Fechas: Del 17 de octubre al 8 de noviembre

Durante el periodo contemporáneo, la pintura se ha despojado de la pureza y autoridad del modernismo para transformarse en un campo de experimentación sin límites. Lejos de la ortodoxia greenbergeana, el lenguaje pictórico ha despertado de su ensimismamiento bidimensional para crecer en un “campo expandido” que le ha conducido a hibridarse con otros medios. En ocasiones, de aquello que tradicionalmente denominamos “pintura” solo queda el nombre, el eco lejano, los restos confusos de un ejercicio de deconstrucción sin límites. En este contexto de “des-identificación” es, precisamente, en donde se desenvuelve la producción de Marín Guevara. Para Concrete -la exposición que trae al Museo Cristo de la Sangre-, este autor ha ido un paso más allá de lo propuesto por las prácticas artísticas contemporáneas y ha jugado con lo que podríamos denominar la falsa apariencia de pintura.

Sirva como paradigma de este procedimiento los tres grandes cuadros abstractos que presiden la muestra. Bajo su apariencia de pinturas, lo que subyace, en realidad, es un proceso de construcción escultórica que tiene como resultado aparente una pintura. Si se atiende a la técnica empleada para la ejecución de tales piezas, se observa cómo Marín Guevara ha eliminado el habitual soporte de tela para aplicar capa tras capa de barniz. Con el fin de otorgar algo de grosor y firmeza a la superficie de la obra, el artista ha aplicado poliuretano para rellenar el hueco delimitado por el bastidor. A diferencia, por ejemplo, de una autora como Tomma Abts -cuyos trabajos llevan un tiempo largo de producción por la superposición de varias capas húmedas de pintura-, el trabajo de Marín Guevara persigue convertir el mismo soporte en el motivo de la representación. Las diferentes capas de pintura se aplican prácticamente sobre el vacío dejado por el lienzo -un vacío que el poliuretano no pretende tanto llenar cuanto materializar-. Al igual que sucede con la escultura, materia (soporte) y forma (representación) coinciden. Solo que, en el caso de las obras de Marín Guevara, sus trabajos escultóricos no son el resultado de una merma de la materia, sino de un proceso de adición. La pintura, de este modo, es llevada a un punto de indefinición tal que, por más que retenga en la pieza final sus significantes más reconocibles, deja de ser pintura.

Además -y este es otro de los rasgos que alejan a Marín Guevara del rigor modernista-, la superficie de color de sus “cuadros escultóricos” conserva todos los accidentes que han intervenido en el proceso de producción: desconchados, plegaduras, craquelados… En ocasiones, la rotura de la superficie de color deja ver la masa de poliuretano, en lo que revela una doble intención: de un lado, la suspensión de cualquier ilusionismo vinculado a lo pictórico; y, de otro, la voluntad de contrastar el plano de color con las propias calidades de la materia sin trabajar. De hecho, esta misma fórmula la vuelve a utilizar en aquellas piezas realizadas con bloques de madera a los que se superpone láminas de metacrilato de color. En estas obras eminentemente escultóricas, Marín Guevara establece un diálogo plurívoco entre el color y el soporte crudo de madera: unas veces, las láminas de metacrilato son opacas y ocultan un fragmento del soporte; otras, dichas láminas son transparentes y ofrecen al espectador una “mediación cromática” de la madera; y, como tercera opción, partes de estos bloques son dejadas desnudas, sin el recubrimiento del metacrilato. Tal y como es dable inferir, este diálogo entre madera y metacrilato se resuelve en una fructífera dialéctica entre revelación/ocultación.

La adscripción escultórica de los trabajos de Marín Guevara se observa, igualmente, en los constructos de pequeño tamaño que realiza con bloque de madera coloreados -delicados assemblages que podrían parecer, a simple vista, la recreación de cierto universo de las vanguardias-. Sin embargo, la incansable voluntad experimental de este autor conlleva, una vez más, que la apariencia estética de sus obras despiste más que nos conduzca por la vía hermenéutica correcta. Si se presta atención a tales construcciones, la intención subyacente no es tanto la de generar un juego de volúmenes cuanto la de reeditar, de nuevo, esta dialéctica entre lo visible y lo invisible anteriormente referida. En verdad, la yuxtaposición de un bloque de madera sobre otro se traduce en una evidencia fenomenológica perfectamente formulada por Merleau-Ponty: un cuerpo en el espacio -de la naturaleza que sea- ofrece, en sí mismo, una parte visible y otra invisible -esto es: situados frente a él, somos capaces de percibir su dimensión frontal pero no su espalda-. Pero es que, además, todos los cuerpos se ocultan parcial o totalmente entre sí, propiciando un juego entre lo visible y lo visible que vertebra toda nuestra experiencia escópica. En los “constructos” de Marín Guevara, en consecuencia, los bloques se superponen unos a otros para ocultarse parcialmente y, por lo tanto, para mostrarse de forma fragmentaria. En su caso, la escultura es el corolario de dar y de sustraer, de facilitar y de impedir la visión.

Pedro A. Cruz Sánchez

Marín Guevara (Murcia, 1979)

Artista plástico

Su producción artística se basa en los procesos de construcción de una obra desde la experimentación, el equilibrio del color y la combinación de materiales.

Se inició en el graffiti en los años noventa, esta disciplina le aportaba inmediatez, perotambién le hizo ser consciente del valor de lo efímero. Desde 2006 dejó paulatinamente las intervenciones urbanas para centrarse en el trabajo en el estudio, prefería la soledad, la interiorización, y la posibilidad de exploración a través del ensayo y error. A menudo ha considerado como un valor añadido este carácter alquímico de la investigación con distintos materiales en el arte.

Trabaja la pintura, la escultura y ocasionalmente la instalación, planteando la ocupación del espacio expositivo con intención integradora y dialogante entre estos lenguajes.

En su discurso abundan los ciclos o repeticiones de elementos, en ocasiones basados en iconografía religiosa o pagana, en otros casos a partir de contenidos de la cultura popular y vivenciales.

En los últimos años ha ido reduciendo la figuración en la pintura, eliminando elementos hasta otorgar la práctica totalidad del protagonismo al color y a la composición, con obras cercanas al arte concreto y al minimalismo. Ha utilizado principalmente grafito, tintas, acrílicos y sprays, recientemente también plexiglás y otros plásticos sobre ensamblajes de madera.

En escultura trabaja inicialmente modelando en plastilina Chavant, sobre esos prototipos realiza desgarros y fracturas para obtener otros nuevos, esta repetición le permite explorar acabados en multitud de materiales; hormigón, escayola, resina de poliéster y epoxi. También los combina con otros tradicionalmente usados como productos para moldeado y registro, como la silicona pigmentada y el alginato, pero utilizándolos como estratos definitivos en la obra, lo que aporta un determinado acabado industrial.

En la actualidad está siendo representado en Bélgica por la Galerie Van Caelenberg, y ha realizado colaboraciones con otras galerías madrileñas y murcianas. Su obra ha estado expuesta en varias ciudades europeas, como Berlín, Estocolmo, Oporto y Bruselas. Ha realizado más de una quincena de exposiciones individuales dentro y fuera de España

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