RICARDO SANCHEZ CUERDA

«Loser»

RICARDO SÁNCHEZ CUERDA:

LA ÉTICA DEL PERDEDOR​

El juego constituye uno de los grandes hallazgos de la modernidad: Duchamp lo convirtió en el eje vertebrador de su “giro conceptual” del arte; los dadaístas lo cultivaron como una materia performativa capaz de provocar al público; el Surrealismo lo utilizó como vehículo para acceder a lo maravilloso; para filósofos como Gadamer, lo lúdico constituía un territorio flexible desde el que desestabilizar las rígidas estructuras sociales. El juego abre intersticios de improductividad en los que lo normativo puede ser suspendido y deconstruido, minimizado en su potencial disciplinario. Uno de los grandes atractivos del juego es que la jerarquía social se diluye y las posiciones de poder no se encuentran predeterminadas: cualquiera puede ganar y perder; los condicionamientos sociales, históricos y de identidad pesan poco o nada dentro del perímetro por él delimitado. Sin embargo, en la fascinante resignificación que Ricardo Sánchez Cuerda realiza de este ámbito experiencial, el juego no solo no cuestiona los estereotipos construidos socialmente, sino que los legitima y les confiere un especial grado de crueldad.

La exposición Loser constituye, en este sentido, un ejercicio confesional de una enorme honestidad en el que el territorio de lo lúdico se manifiesta como un amplificador de lo normativo. Desde pequeños, en los momentos de recreo, el juego opera como ese espacio de supuesta integración que vertebra nuestro proceso de socialización. El problema es que, como se acaba de matizar, la integración a través del juego supone solo un “supuesto” que no siempre se cumple. Los juegos requieren de habilidades, y estas se miden por mor de determinados parámetros fijados culturalmente que, en definitiva, se convierten en violentos vectores de disciplinamiento. Quien no cumple las expectativas determinadas por el grupo es inmediatamente excluido y desplazado a la marginalidad. La maquinaria del juego transforma a los “no-útiles” en perdedores, en la encarnación viva del fracaso. No es cierto -como se deriva del discurso hilvanado por Sánchez Cuerda- que el juego procure un contexto de desinterés, en el que el mandato productivo que ahorma el sistema sea temporalmente suspendido; por el contrario, el deseo y la posibilidad de ganar revivifican los estereotipos y las estructuras de poder que articulan nuestra cotidianeidad. Solo ganan los mejores: los favorecidos física o económicamente, los que no defraudan los estándares identitarios. Para Sánchez Cuerda, el juego reproduce exitosamente el afán productivista que regula nuestra convivencia, legitimando, en consecuencia, el principal factor de clasificación que se deriva de este: el éxito y el fracaso. Y, como el propio artista se encarga de enfatizar, la vertiente por la que se ha deslizado su vida es la del fracaso, la del “loser”.

La presente exposición se nuclea en torno a dos piezas de suelo -una sugerente perversión de la estética minimalista- que precisamente desmontan esta concepción vertical y discriminatoria del juego: 10.000 piezas -un puzle de gran tamaño conformado por piezas blancas que no representan ningún motivo-; y El 48 -un tablero de juego de casillas, en el que difícilmente se avanza y en el que resulta imposible ganar-. Lo interesante de la trama conceptual ideada por Sánchez Cuerda es que, en el momento en el que al juego le extirpas la posibilidad de la ganancia, del hecho productivo, toda su capacidad clasificatoria colapsa. Donde no existe la posibilidad del éxito, no hay ni ganadores ni perdedores -o mejor dicho: todos son perdedores-. La trayectoria profesional de Sánchez Cuerda -uno de los grandes escenógrafos del panorama internacional- podría haberle llevado a diseñar una dulce venganza contra todo ese ambiente social que, desde niño, lo identificó como un perdedor. Sin embargo, la estrategia discursiva por él ideada en Loser se ha orientado en otro sentido bien diferente: igualar por el fracaso y no por el éxito. El valor del éxito siempre será una proyección de los requerimientos de poder y de productividad que sostienen el sistema; ahí donde el éxito se manifiesta se produce de inmediato una reorganización social que favorece a los fuertes y desecha a los débiles. El éxito siempre es jerárquico y entraña desigualdades; el fracaso, no. Que todos pierdan dibuja un marco de convivencia horizontal, no regulado por estructuras de poder, en el que la ausencia de una ganancia desmotiva a quienes la persiguen con afán de señalar a quienes no la han conseguido. Refrendada por My own losers -una galería de caretas de niño que representan a perdedores esenciales en la vida del artista-, la “ética del perdedor” que plantea Ricardo Sánchez Cuerda se articula como una alternativa plausible a las dinámicas monolíticas y trituradoras que nos gobiernan. En rigor, la forma en que este autor tiene de concebir el hecho de perder no dista mucho de aquella con la que Samuel Beckett afrontaba la experiencia del fracaso: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. Se trata, en definitiva, del fracaso como una suerte de “ontología de la decepción -empleando la afortunada fórmula sartreana- y, por lo tanto, como una insobornable forma de vitalismo.

Pedro A. Cruz Sánchez

RICARDO SÁNCHEZ CUERDA

Ricardo Sánchez Cuerda es arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid en la especialidad de Edificación.

En el campo de las artes plásticas ha realizado las siguientes exposiciones :

LOSER

Galería MODUS OPERANDI, Madrid

Exposición individual. Diciembre 2022

PARALELISMOS SUPERPUESTOS. XIV Bienal de La Habana. Proyecto Farmacia

TIPOLOGÍA DEL INFORTUNIO

Galería MODUS OPERANDI, Madrid

Exposición individual. Septiembre 2019

ME ACOMPAÑA. XIII Bienal de La Habana.

Performance realizada dentro del proyecto Farmacia

DEL TAMAÑO DEL MUNDO

Centro Hispanoamericano. La Habana, Cuba

Octubre 2017

LIBRE VOY

Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales. La Habana, Cuba

Septiembre 2017

AKADEMIA. Artista invitado en muestra colectiva. Noviembre 2017

MAPRI. Pinar del Río, Cuba

EQUILIBRIO INESTABLE. Exposición individual realizada en :

MAPRI, Pinar del Río, Cuba. Julio 2016

Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales, La Habana, Cuba. Octubre 2017

Premiado en el III Evento teórico Investigarte-2020, convocado por el Centro provincial de Artes Plásticas de La Habana por el proyecto curatorial Notas sobre el Trance Voluntario.

Ha desarrollado una ámplia y reconocida carrera en el ámbito de la escenografía teatral dentro de un amplio repertorio de teatro clásico y contemporáneo, y en los mas diversos géneros de las artes escénicas : teatro, danza, zarzuela, ópera y musical.

Dentro del teatro caben destacar los trabajos de Divinas Palabras de V. Inclán (Dirección de escena de Gerardo Vera), Frankenstein de Mary Shelly (G. Tambascio), El sueño de una noche de Verano de Shakespeare ( Tamzin Townsend), Casa de Muñecas de Ibsen ( S. Bolta), Antígona de Sófocles ( M. García Lozano), El Avaro de Moliere ( J. Lavelli), Splendid´s de Genet (José Carlos Plaza), Lúcido de R. Spregelburd (Amelia Ochandiano), entre otras muchos.

En danza ha trabajado con el Ballet Nacional de España en El corazón de piedra verde (Coreografía de José Antonio) y Negro Goya (José Antonio). Además ha realizado las escenografías Amor brujo / El sombrero de tres picos Carlos Vilán, Opera Nacional de Bucarest), Baile de Máscaras (Rojas y Rodríguez), Pet Cabaret (Nuria Castejón), El amor Brujo (Marta Carrasco) y La floresta do Amazonas (Bruno Cezario, Opera House Manaos).

Colabora frecuentemente con importantes Teatros de Ópera, a nivel nacional e internacional : El Pintor de J. J. Colomé (A. Boadella, Teatros del Canal), Der kaiser von Atlantis de V. Ullmann ( G. Tambascio, Teatro Real, Madrid), Brundibar de H. Krása (Susana Gómez, Teatro Real) La Parranda de Alonso (E. Sagi, Teatro de la Zarzuela), Dulcinea de M. Sotelo ( G. Tambascio, Teatro Real de Madrid), La del Soto del Parral de Soutillo y Vert( A. Ochandiano, Teatro de la Zarzuela), Rigoletto de Verdi (E. Sagi, Teatro Arriaga), Les Mamelles de Tiresias  de Poulenc( E. Sagi, Teatro Arriaga), Amadeu de Vives (A. Boadella, Teatros del Canal), Entre Sevilla y Triana de Sorozábal ( C. Carreres, Teatro Arriaga), Lo Schiavo de Gomes (J. Martorell, Opera house Manaos), Rienzi de Wagner (J. Lavelli, Teatro Capitol de Toulouse), Partenope de L. Vinci ( G. Tambascio, Teatro San Carlos de Nápoles), La reina Mora de Serrano( J. Castejón, Teatro de la Zarzuela, Madrid), Alma de Dios de Serrano (J. Castejón, Teatro de la Zarzuela, Madrid), Idomeneo de Mozart (J. Lavelli, Teatro Colón, Buenos Aires), Andrea Chenier (A. Romero, Festival de Peralada), La Boheme (A. Romero, Jyske Ópera, Ópera nacional de Dinamarca), Don Carlo de Verdi (Albert Boadella, Festival de El Escorial), entre otras. Y ha diseñado escenografías para los musicales The book of Mormón (Dirección David Serrano), Billy Elliot ( David Serrano), Mamma Mia (Juan Carlos Fisher) Sunset Boulevard (Jaime Azpiricueta), Mas de 100 mentiras (David Serrano), Sonrisas y lágrimas (Jaime Azpiricueta), Hoy no me puedo levantar (David Ottone),Cabaret (Jaime Azpiricueta), West Side Story (Federico Barrios), entre otros.

Actualmente trabaja en los musicales Priscilla (Estreno Barcelona Octubre 2024), Los pilares de la Tierra (Madrid Noviembre 2024),  la ópera L´enfant et les sortilèges (Teatro Real, Noviembre 2024), entre otros montajes.

LA EXPOSICIÓN EN IMÁGENES

Ricardo Sánchez Cuerda comenta su exposición LOSER en el Museo Cristo de la Sangre

Retransmisión de Murcia Conecta, de 7TV, de la inauguración de la exposición LOSER de Ricardo Sanchez Cuerda.