METAMORFOSIS

JESÚS FABRE GIMENO

LA ESCENOGRAFIA INCONSCIENTE DE UN CREADOR

El diseño teatral, tanto en escenografía o en el diseño para vestuario, llega a nosotros a través de una tradición y elaboración a la que se dedicaron con afecto notable, no solo los profesionales del teatro, también pintores como Rizzi, Goya, Madrazo, Picasso, Dali, Saura, Hernández y un largo etcétera.

Un punto común: la pintura, el dibujo y la escultura; y la suma de todos ellos, pues no nos cabe duda de que cada uno de ellos ha formado un entorno de seguidores, que seria largo nominar, que han vestido de fiesta el teatro y el cine.

Como tantos otros elementos constitutivos del envidiable e inútil mundo del teatro, los bocetos y elementos para la escenografía, son el resultado de una pasión, que crean paso a paso esta realidad multiforme desde cualquier punto de vista bajo el que se le considere. El indisociable binomio de su belleza intrínseca y su eficacia en el plano de esta existencia: la realidad escénica es la única justificación de esta dedicación apasionada.

Fruto de este arrebato a menudo enfebrecido es una larga tradición escenográfica española de muy alto nivel  y sin embargo desconocida o cuanto menos absolutamente minusvalorada: Sólo la indiferencia, la obtusidad y el extraño complejo de inferioridad en el que se ha desarrollado la lectura de nuestra cultura teatral  explican la marginación de un bagaje cuya categoría enorgullecería a cualquier país civilizado. Nombres como Cortezo, Mampaso, Narros, Nieva, o desde la pintura como Clavé, Picasso, Dalí, y escultores como Alberto o Corberó, al lado  de los más grandes nombres del panorama internacional de sus épocas respectivas. Panorama que, contagiado por nuestra propia ignorancia, los ha ignorado a su vez.

Al igual que sucede con el espacio de la representación, pero multiplicándolo en infinitas reverberaciones, los estudios o casas- Un imaginario múltiple, a cuya diversidad y sobrecogedora belleza contribuyen las características propias de cada género teatral, de cada referente histórico, geográfico o social de la trama y de cada adscripción estética de las formas.

El pintor o escultor escenógrafo es un poeta. Y si bien su peculiar espacio poético se inicia en sus primeros diseños se precisa y concluye en la obra acabada. El  primero contiene la poética de las líneas de las composiciones, del corte, de la ornamentación, de los colores. Entre el diseño y la obra acabada, se halla, sin embargo, la fundamental poética de los materiales, cuyas  sugerencias, directas o metafóricas, abarcan una inmensa gama de matices entre cada no de los binomios asociables a sus múltiples cualidades.

Al llegar al estudio de Jesús Fabre la acumulación de sus obras repartidas de manera inconsciente o muy estudiadas, crean una atmósfera de teatralidad que sorprenden. No pueden, ni se debe, analizar sus creaciones de manera individual o por separado. Todo está de manera provocativa golpeándose unas con otras para consensuarse después de manera pacífica y armoniosa.

Todo el conjunto crea un espacio de representación, de armonía, tal vez, insensata y provocadora- Sus objetos metálicos conviven con cierta fiereza, con sus pinturas sobre palmas, o con unos diminutos y quebradizos pájaros de cristal. A veces determinadas obras escapan al ámbito más íntimo dando la vuelta a lo que comúnmente sería lo habitable para crear una sensación de inquietud.

Con estos mimbres se gestiona su exposición. No dar cabida a lo individual; aunque lo individual sea preciso. Entender la obra de Fabre como una totalidad que crea una atmósfera de inquietud más apropiada para conseguir un efecto dramático que envuelva al espectador para arrastrarlo a un mundo de sugerencias, las que cada uno entienda, y lo sumerja en sueños de inquietud.

Por otra parte señalar que cada pieza, y por tanto el conjunto, están realizadas con materiales de desecho. Una especie de arte Poveri, que crea otra vida sugerente de presente y pasado en su interior. Todo un mundo de vivencias ocultas que añaden un mayor dramatismo al conjunto. Un mundo creado por Jesús Fabre que en momentos le supera.

Andrés Peláez Martín

Ex Director del Museo Nacional del Teatro    

Nací en Granada (1954), de padre sevillano y madre murciana.

Llego a Murcia, a Vistabella, con 4 años, por lo que me siento murciano sin renunciar a mi ciudad de nacimiento.

Estudié, hasta terminar el bachiller superior en los PP. Capuchinos de Murcia, con un paréntesis de un año (a los 15) en la Universidad Laboral de Tarragona, donde la asignatura que más me gustó fue Taller (carpintería, electricidad y mecánica). Unos conocimientos y experiencia que aún me sirven todos los días.

De pequeño me gustaba desmontar todo lo que caía en mis manos, para verle “las tripas”, lo que me supuso mas de un castigo; ahora seguro que sería premiado por mi inquietud.

Entre 1974 y hasta 2019 trabajé como funcionario en la administración; 45 años de servicio de los que 25 fueron en el área de cultura en un periodo, la década de los 80 y 90 sobre todo,  en los que la Región de Murcia era un hervidero de juventud, creatividad y nuevos proyectos; vivir de cerca y compartir la ilusión de artistas, programadores, músicos, galeristas, etc fue para mi una de las experiencias más gratificantes y enriquecedoras de mi vida.

Siempre he sentido una gran devoción por la música y, de forma autodidacta, me defiendo con la guitarra, el cajón y la batería; el baile ha sido también una de mis debilidades, habilidades heredadas, sin lugar a duda, de mi madre que fue y sigue siendo, aún con 94 años, puro arte.

Desde luego, una contante en mi vida ha sido siempre la creación partiendo de lo que la naturaleza nos aporta; en este sentido, soy un gran amante y practicante de la jardinería, podríamos decir que “sostenible” porque siempre me he regido por el principio de la utilización eficiente y racional de los recursos naturales, con el menor coste posible de mantenimiento.

Pero fue realmente en 2009 cuando comenzó el periplo que me lleva, a día de hoy, a esta sala de exposiciones. Ese año, realicé el primer mural de trencadis “Tropicana”, dibujado por mi amigo Ramón Garza, e.p.d., y la posterior ampliación del mismo en 2010. Años después diseñé y ejecuté los murales a ambos lados de la rampa del sótano de mi casa; el de la izquierda dedicado a nuestro Mar Menor y el de la derecha al maestro Gaudí, por ese dragón como figura central inspirado en el suyo del Parque Güell.

En 2019 quedo absorto con la idea de plasmar en los nacimientos de las palmas y vainas de cocotero de jardín, mediante la técnica de pirograbado, que nunca antes había utilizado, figuras de animales a las que incorporo, en ocasiones, pintura plástica, arena de playa y otros materiales de la naturaleza. Esta obsesión se materializó en medio centenar de piezas de distintos tamaños que fueron expuestas bajo el título “La Memoria del Fuego” en el Centro Regional de Artesanía de Murcia (9-12 al 4-01 de 2019) y en el Museo de la Huerta de Alcantarilla, (6-2 al 8-3 de 2020).

A finales de 2020 empiezo a investigar nuevos soportes y técnicas, la soldadura eléctrica de arco con electrodos y como materia prima, herramientas y piezas metálicas de desechos de talleres de coches, motos, maquinaria agrícola, etc. que me regalan amigos, vecinos y familiares. Fruto de esta nueva inquietud han surgido más de 25 piezas de las que mostramos aquí una pequeña selección.

Mi premisa sigue siendo aprovechar objetos que han cumplido su vida útil para darles una nueva vida en forma de piezas únicas y sostenibles. Esta reutilización de objetos y materiales, entiendo que, no solo representa una forma de recuperar recursos, sino que también cultiva una sensibilidad sostenible en la sociedad actual.

Jesús Fabre Gimeno